“De repente vi que, de una puerta que estaba detrás del sacerdote, salió el diablo, y yo le dije con una expresión de asombro: ‘Ahí está el diablo’, entonces de un salto se paró el sacerdote, desesperadamente buscaba un crucifijo y agua bendita, le temblaban tanto las manos que cuando sacó el crucifijo se le cayó y el sacerdote se tiró al piso para recogerlo.
“Yo estaba muy impresionada por la visión del diablo y la del sacerdote aterrado. No sé cómo, pero me planté ante el demonio haciendo la señal de la cruz y le decía con voz firme y autoritaria: ‘Aléjate, Dios me protege y tú no me puedes hacer daño’ y cada vez que se acercaba haciendo la señal de la cruz, él retrocedía, pero en un momento dado se metió en mí, como si fuera de humo.
“Pasaron los días y no lograba borrar esa imagen de mi mente; cada día me costaba más poder dormir. Sentía que cuando estaba dentro de mi casa alguien me espiaba, me parecía ver todo tipo de sombras que cruzaban de esquina a esquina de cuarto a cuarto, y cuando trataba de perseguirlas me daba cuenta que no había nadie. Llegó el momento en que comencé a pensar que estaba loca.
“Pasaron tres semanas, ya había bajado mucho de peso. Yo pesaba aproximadamente 56 kilos y ahora tan sólo alcanzaba los 45. Mi rostro lucía cansado y demacrado, parecía que hubiera envejecido 10 años. Mis padres estaban muy preocupados, no sabían qué tenía. Consulté a varios doctores y todos me dijeron lo mismo, que se trataba de un severo estado de ansiedad. Pero la gran pregunta era ¿qué me estaba provocando esa terrible ansiedad? Una y otra vez me preguntaron que sucedía y yo no decía nada, sólo lloraba.
“¿Quién me iba a creer lo de las sombras?, que por cierto ya no eran sólo las sombras ahora hasta escuchaba una siniestra voz, una voz ronca y llena de odio que me decía: ‘El día está cerca, te voy a llevar al infierno’. Esta voz la escuchaba en las noches cuando estaba en mi cuarto tratando de dormir, pero además de la terrible voz veía que las cosas del cuarto volaban e increíblemente cuando alguien entraba al cuarto todo volvía a la normalidad; al salir la persona otra vez comenzaba el extraño fenómeno.
“Un día, mi mejor amigo de la carrera me fue a ver y cuando le dije todo lo que me pasaba él me dijo que me iba a ayudar, y sin decirme nada me llevó con unos pastores cristianos, que me pusieron en un círculo y empezaron a orar. Yo, la verdad, no creía mucho en eso pero estaba tan desesperada por mi situación que pensé que no perdía nada.
“En un momento dado gritaron un nombre extraño que, según ellos, era un demonio y para mi asombro vi cómo una especie de remolino en el interior de esa sala, la cual era pequeña como de una casa normal de fraccionamiento, y una fuerza invisible como viento hizo que se aporreara la puerta y se cayeran varias cosas pesadas de una mesa.
“No le busqué explicación lógica, pero minutos después los pastores dijeron que ya habían terminado, me habían liberado de un demonio que me había poseído; increíblemente, a partir de ese momento al instante me sentí muy bien al igual que los siguientes días. De inmediato me volvió el apetito, el sueño y rápido recuperé mi peso y nunca más me sentí mal.
“No le encuentro una explicación lógica, lo único que puedo creer es en lo que viví y pienso que en efecto por algún motivo el demonio me poseyó pero pude vivir para contarlo”.
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Cómo sobreviví a una posesión demoníaca