Se dice que en un pueblo cercano a China, Nuevo León, hubo un joven llamado Jorge que salió a descansar un poco de lo agotado que andaba de estudiar, salió a caminar ligeramente a pesar de que eran altas horas de la noche, se perdió entre las casas que estaban cerca de la suya, pero le dio curiosidad porque entre esas casas había un tipo de paraje solitario en el que la gente solía caminar de día.
Decidió ir a relajarse un poco, pero ya muy dentro del paraje se extrañó al ver unas luces como de un lugar alumbrado y decidió acercarse. Se sorprendió al encontrarse con una casa de estilo antigua porque se sabía que en ese lugar no había nada, pero decidió mirar por las ventanas.
Para su sorpresa, vio a unas personas que vestían como antiguamente, con ropas muy viejas de una época ya pasada. Sus miradas fueron detectadas por una joven que se hacía llamar Florentina. Ella lo invitó a pasar y platicaron toda la noche; pasaron las horas para Jorge y decidió irse, despidiéndose de Florentina, pero olvidó la chamarra a propósito para volver a encontrarse con aquella mujer. Se fue prometiendo volver.
Ya eran como las dos de la mañana y Jorge le habló a su amigo de confianza relatándole lo que le había pasado, el amigo se sorprendió porque lo que el conocía en ese lugar era sólo una casona vieja y deshabitada que estaba allí desde la época colonial.
Volvieron para verificar lo narrado, y cuál fue su sorpresa al encontrarse con una casa vieja y deshabitada, pero decidieron entrar y encontraron la chamarra de Jorge en el piso. Casi salen corriendo del susto. Pasó un tiempo y Jorge decidió buscar información acerca de esa casa y sólo encontró que había muerto una jovencita llamada Florentina cuando tenía 15 años en esa misma casa: ¡era la misma que él había visto e incluso había platicado con ella!.
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La Joven de la Casa Antigua