A Sus 22 años no le impidieron ser una criminal de la Segunda Guerra Mundial. Tras el suicidio de su madre, Adolf Hitler la reclutó y se convirtió en supervisora de Ravensbrück, Auschwitz y Bergen-Belsen, campos de concentración nazis. Sobre las poco más de 30,000 prisioneras judías que tuvo a su cargo, la belleza de cabello rubio y ojos azules gustaba de soltar perros hambrientos, golpearlas con látigo y apalearlas hasta la muerte. Después del fin de la guerra, se encontraron tres lámparas fabricadas con piel humana en su cuartel. Fue ahorcada en diciembre de 1945.
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Irma Grese (1923-1945): Ángel de muerte