Sacó su libro y comenzó a leerlo, pero cada vez que volteaba a la mujer ésta parecía seguirla viendo. El metro se detuvo en la siguiente estación y se subió un hombre: observó detenidamente el interior del metro, la vio a ella y a las personas en el lado opuesto y se fue a sentar con ella. En tanto el metro partía a la siguiente estación, el hombre se inclinó hacia ella y le susurró en el oído, «si sabes lo que es bueno, te bajarán en la siguiente estación conmigo». Ella estaba helada, pero supuso que lo mejor sería hacerle caso, pues en la siguiente estación habría bastante gente.
Llegaron a la estación y ella se bajó con el hombre, quien empezó a decirle, «gracias a Dios. Lo siento, no quise asustarte, pero tenía que sacarte de ahí. Soy doctor, y la mujer sentada en los últimos asientos estaba muerta y los dos hombres a su lado la habían arreglado». De acuerdo al tipo que contó la historia, la chica y el doctor llamaron a la policía, quienes detuvieron el metro en la siguiente estación.
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El viaje en metro